lunes, 11 de abril de 2011

Capítulo 7. El perfecto desconocido.

-          Blake vamos a volcar- la avisé con cierto tono amenazador. Estábamos subidas en una de las canóas que habíamos alquilado. Eran de un amarillo canario bastante feo y desgastado. Teníamos que llevar unos viejos chalecos salvavidas naranjas y, por supuesto, los remos con las palas del mismo amarillo que la canóa.
-          Que no… ya verás- dijo ella con absoluta seguridad.
Atravesávamos el lago al que habíamos llegado hacía una hora y seguíamos a Natt y Byron que iban en una canoa y Harry y Tom que iban en otra, algo alejados de nosotras. Yo ocupaba la segunda plaza de la canóa y era Blake la que llevaba el ritmo de remo. Odiaba con todas mis fuerzas aquella actividad, me dolían los músculos de los brazos y el sol me estaba abrasando. Pero todo el mundo parecía bastante contento con la actividad así que fingía que me gustaba.
-          Si nos caémos te juro que te mato- la amenacé, en cierto modo de broma- A saber lo que hay ahí abajo…
Miré hacia el agua sobre la que flotábamos, era completamente negra y sólo se veía la claridad propia del agua cuando el remo la movía. Me daba pánico pensar qué podía haber debajo de nosotras y por esa simple razón no quería que Blake volcara la barca, queriendo o sin querer.
Nos metimos entre las dos montañas y seguimos remando pero por el río que no tenía nada de corriente y no se oponía a nuestro movimiento. Observamos como Danny movía la canóa en la que estaba montado mientras Dougie se levantaba y formaba una cruz con su cuerpo. Al principio todos reímos pero cuando la canóa se giró y los dos desaparecieron alguién dio un grito ahogado y nos quedamos en silencio, escuchando el eco de ese grito, esperando a que ellos dos salieran del interior del agua. Cuando lo hicieron se agarraron con fuerza a la canóa y consiguieron ponerla de nuevo hacia arriba y subieron a ella.
Avanzamos con ritmo acompasado a través del río desviándonos de vez en cuando hacia lo slados. Seguíamos a Danny y Dougie que, a pesar de la caída, segían a la cabeza de la expedición. Cada vez estaba más cansada y el resto debía opinar lo  mismo porque elegimos una pequeña orilla, con unos metros de arena, para dejar las canóas y descansar.
Me bajé de nuestra canóa mientras veía como empezaban a tirarse al agua. Podía parecer patética y algo estirada acercándome hacia una roca y sentándome en ella, pero me daba un absoluto miedo meterme entre esas aguas oscuras y desconocidas.
-          ¡Brook, ven!- gritó Blake desde el agua. Con una sonrisa fingida le hice un gesto indicándola que lo haría después, lo cual no entraba en mis planes, por supuesto.
No estaba totalmente sentada en la roca así que fue fácil que alguien pasara las manos por debajo de mis piernas y por detrás de mi espalda y me elevara en sus brazos. Al principio no ví quién erea pero su rostro lleno de pecas y los ojos azules delataron que era Danny. Estaba en los brazos de Danny, Danny Jones.
-          Danny, por favor, bájame- le pedí, pero él sólo soltó una sonora carcajada.
-          ¡Vamos al agua!- exclamó, saltó sobré la última roca y nos precipitamos hacia el río.
Sentía sus brazos rodeándome con fuerza. Debajo del agua mantenía los ojos abiertos pero el río entero era negro y sólo veía con claridad a Danny y la luz por encima de nosotros. Su boca estaba hinchada para retener aire, nuestros chalecos impactaban uno contra el otro y el agua fría nos rodeaba, pero podía sentir su belleza, el calor que emanaba de su cuerpo y me imaginaba hasta el propio sonido de los latidos de su corazón.
Salimos a la superficie y nos unimos al resto que hacía una batalla de agua. Me quedé en la zona donde hacía pie y me sentía más segura. No podía dejar de pensar en Danny, en un modo distinto a lo que había sentido antes. Siempre había sido mi héroe, el chico que me hacía soñar y el perfecto desconocido, pero en ese momento era Danny, sin apellido, sin miles de discos vendidos y sin un grupo de música. Sentía justo lo que siempre había querido sentir, que Danny era el choco del cual pudiera quedarme completamente colgada.
-          Brook, ¿qué te pasa?- me preguntó Byron cuando recogíamos entre todos el picnic que habíamos preparado para comer.
-          Nada- contesté de inmediato- Sólo pensaba- dije sonriendo.
-          ¿En qué?- volvió a preguntar- o… ¿en quién?- rectificó.
Dirigí una mirada fugaz a Danny, que Byron interceptó, mientras me mordía el labio. Ella se rio y me abrazó por los hombros y así fuimos a reunirnos con el grupo.
La tarde pasó rápido, o eso me pareció a mí, primero jugamos unos cuatos sets de volley, y aunque algunos como Natt y Byron eran realmente buenas, otros como Dougie y yo éramos penosos. Después pasamos un buen rato tomando helados y algunas bebidas. Nos bañamos en el lago y para acabar, cuando ya estaba atardeciendo, nos embarramos el cuerpo entero sentados sobre la orilla del lago.
Sin embargo el viaje de vuelta fue realmente callado, pues todos estábamos agotados y fue un alivio llegar al hotel y poder darme una ducha. Pensé en el día maravilloso que habíamos pasado todos juntos y en especial recordando aquella sensación que me había producir estar con Danny. Sonreí abiertamente mientras me quitaba el champú del pelo y seguí con aquella sonrisa durante la cena. A penas podía levantar la mirada y verle pues las mejillas se enrrojecían y miles de mariposas revoloteaban en mi estómago.
-          Buenas noches, Brook- dijo antes de separarnos para ir a nuestras habitaciones.
-          Buenas noches- le contesté con una dulce sonrisa.
Se agachó y me besó en la mejilla como despedida. Yo entré en la habitación, cerré la puerta y me sentí completamente feliz.

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