miércoles, 6 de abril de 2011

Capítulo 4. Bonita sudadera, Batman.

-Así estás muy bien- me aseguró Blake.
Yo estaba frente al espejo comprobando que la sudadera que me había puesto me quedara bien. Era bastante sencilla, negra con el símbolo de Batman en el centro de una elipse amarilla. Había sido un regalo de Ayleen, mi mejor amiga, así que la tenía especial cariño.
Bajamos rápido al vestíbulo donde, sentados sobre unos sillones rojos, esperaban Dougie y Danny. Cuando nos vieron, Danny hizo una señal para que nos sentáramos con ellos. Blake tomó asiento al lado de Dougie y yo me senté al lado de Danny, guardando en cierta manera una distancia entre los dos. Blake y Dougie comenzaron a hablar y fue Danny el que rompió el silencio que en pocos minutos iba a empezar a ser incómodo.
-¿Te gusta todo esto, Brook?- preguntó.
-¿Ya te sabes mi nombre?- contesté ignorando su anterior pregunta y con un tono de impresión.
-Tom nos obligó a aprendernos todos vuestros nombres- explicó. Su mirada viajó desde sus manos que jugueteaban sobre sus rodillas hasta mi cara.
Nunca había visto unos ojos tan bonitos, que podían hasta hipnotizar. Sonreí, siendo consciente de que parecía una auténtica boba y sin saber bien qué decir.
-Y sí, me gusta mucho… todo- dije echando un vistazo hasta volver a sus ojos. Aunque él pensaba que me refería al viaje en general lo que más me gustaba era poder estar en su compañía.
Aquella noche había una profunda oscuridad y en el cielo brillaban miles de estrellas y prácticamente, en el centro, brillaba con más fuerza la luna creciente.
Habíamos salido de nuestra nueva residencia cuando bajaron de las habitaciones Tom y Harry que traían algunas linternas. Yo cogí una de ellas para evitar posibles caídas y el ridículo correspondiente. Caminamos por un camino de gravilla blanca, iluminado por pequeños farolillos a los lados, que llevaba casi a la entrada del bosque.
Esta entrada era una fila de altos e imponentes árboles que se removían lentamente cuando llegaban algunas corrientes de aire que procedían de detrás de nosotros. Seguimos andando y cuando la luz de los farolillos no llegaba encendimos las linternas que habían traído.
A un lado tenía a Blake que iba agarrada de mi brazo y charlaba amistosamente con Harry. Cada vez me sorprendía más su manera de ser y tenía cierta envidia sana. Al otro lado estaba Natt que me hablaba sobre su compañera de habitación.
-Andrea me cae muy bien, la verdad, esta tarde hemos pasado un buen rato en la habitación- dijo Natt.
-Me alegro- contesté- Blake también es una buena compañera de habitación.
Nos sonreímos, no podía hablar de Blake abiertamente cuando ella estaba pegada a mi brazo, aunque parecía que la conversación con Harry la tenía muy ocupada como para prestar atención a mis pensamientos acerca de ella.
Una luz de linterna alumbró mi sudadera, la luz primero deslumbró mis ojos pero cuando mi vista se acostumbró a ella vi que era Tom el que estaba alumbrando y Danny miraba con una pequeña sonrisa.
-Bonita sudadera, Batman- dijo él. Yo miré rápidamente hacia la sudadera y levanté la mirada con una amplia sonrisa.
-Gracias- contesté feliz por el cumplido.
Pero no todo fueron cumplidos y risas. Entramos en una zona en la que había piedras y rocas grandes y las linternas eran todo nuestro punto de luz. Iba andando lentamente intentando no tropezarme, aunque eso era imposible, así que poco a poco me fui quedando atrás.
Me paré un segundo para quitar una rama que se había quedado encima de mi pie y me estaba chocando contra la pierna. La tiré al suelo y escuché el ruido del crujido de una rama. Me giré corriendo y pasé de un lado para otro con la intención de ver algo pero no había nada en la inmensa oscuridad que nos rodeaba. Seguí adelante siguiendo de lejos los pasos de Dougie que caminaba cabizbajo con una linterna alumbrando pobremente al suelo.
De repente algo agarró mi pierna por la zona del muslo. Chillé lo más alto que pude y me giré para retirar la pierna. Allí, sentado sobre el suelo y con la mano sobre mi pierna, estaba Danny aguantando la risa. El corazón me latía muy fuerte y cuando le vi volví a respirar de nuevo.
-¡Danny no ha tenido gracia!- me quejé dándole un leve empujón.
-Sí que lo ha tenido, reconócelo- me pidió pero negué con la cabeza.
De improviso me rodeó con el brazo mis hombros y me empujó contra su pecho. Sentí su cuerpo cálido y con un dulce aroma y sonreí triunfante en m interior.

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